La caspa, también conocida como pitiriasis capitis, es causada principalmente por una combinación de factores, que incluyen:
- Hiperactividad de las glándulas sebáceas: Las glándulas sebáceas en el cuero cabelludo producen una sustancia llamada sebo, que es esencial para mantener la humedad y la salud del cabello. Sin embargo, en algunas personas, estas glándulas pueden volverse hiperactivas, produciendo sebo en exceso. Esto puede llevar a la acumulación de grasa en el cuero cabelludo y a la formación de escamas de piel muerta.
- Hongos: Un tipo de hongo llamado Malassezia está presente en el cuero cabelludo de la mayoría de las personas. Sin embargo, en personas con caspa, este hongo puede proliferar en exceso, lo que lleva a la irritación del cuero cabelludo y al aumento de la producción de células cutáneas muertas. Estas células muertas se mezclan con el sebo y forman las escamas visibles de caspa.
- Reacciones alérgicas o sensibilidades: Algunas personas pueden ser sensibles a ciertos ingredientes en productos para el cabello, lo que puede provocar irritación en el cuero cabelludo y contribuir al desarrollo de caspa.
- Clima y estaciones: La caspa también puede empeorar en ciertas épocas del año, como en invierno, cuando el aire es más seco y el cuero cabelludo tiende a resecarse.
- Estrés: El estrés no causa directamente la caspa, pero puede empeorar los síntomas en personas propensas a ella, ya que puede afectar la salud general de la piel y el cuero cabelludo.
- Lavado inadecuado: No lavar el cabello con la frecuencia adecuada o usar productos capilares inadecuados puede contribuir al desarrollo de caspa.
Es importante destacar que la caspa no es contagiosa y puede ser tratada con diversos enfoques, como el uso de champús anticaspa, la adopción de hábitos de higiene adecuados y, en casos más graves, la consulta a un dermatólogo para obtener orientación y tratamiento específico.